Enclavada estoicamente en la ladera de una colina, esta villa solariega fue alguna vez la residencia del general Jaime Garau de Montaner. El edificio residencial, construido alrededor de 1890, fue renovado en 1922, inspirado en la arquitectura art déco cubana con una torre central y un balcón señorial.
Si bien el equipo de Mansion DUX la sometió a una exhaustiva restauración en 2018, la integridad y el ambiente del viejo mundo permanecen, visibles en detalles como las impresionantes escaleras de mármol de la entrada, los pisos de baldosas con patrones y los techos abovedados. Es difícil creer que la villa, con su escalera de mármol blanco brillante y techos de cuatro metros de altura decorados con estuco, haya “dormido” durante cien años. Cuando Arndt y Chantal, arquitectos de Mansion DUX y propietarios actuales de la villa, descubrieron la misteriosa casa abandonada en la primavera de 2013, supieron de inmediato que tenían frente a ellos una pequeña joya arquitectónica. Aunque el jardín estaba cubierto de maleza y basura acumulada en su interior y grafitis en las paredes, lograron imaginar cómo se veía esta casa en su apogeo, y cómo podría verse de nuevo.
“Nos inspiramos en el arte, la cultura, la naturaleza de un lugar, la historia del edificio y en los artesanos con los que traba- jamos para vigorizar el alma del edificio. Nos encantan los detalles y los contrastes sorprendentes, los productos cuidadosamente seleccionados y los materiales recuperados son nuestra pasión”, agregan. El resultado es una gran casa de 800 m2, cálida y acogedora, con habitaciones espaciosas y acentos vibrantes. Sus propietarios son conocidos por trabajar con destreza siluetas de mediados de siglo en muchos de sus proyectos de interiores, incorporándolos junto con antigüedades de otras épocas de una manera que se siente pulida y fresca, presentando diseños de mediados de siglo de una manera completamente original.
Por ello, el tema del diseño está bien pensado y perfectamente ejecutado en cada habitación: la icónica tumbona Elda de los años 60 del salón está lista para una siesta; las sillas de mimbre conviven sin tensión con toques más industriales; las sillas Cesca de la década de 1920 nos hacen disfrutar de una comida con vistas a la Serra de Tramuntana, y diferentes acentos vintage y piezas anónimas nos hacen sentir como en nuestro propio hogar. “Con respeto por la arquitectura y la pureza, nuestros conceptos hechos a la medida no son tímidos en cuanto a la estética, pero se resisten a la moda y las tendencias”, enfatiza el equipo de Mansion DUX.
Pero el verdadero corazón de la casa es la gran cocina. Con una sensación de comodidad y un estilo industrial, irradia un encanto tradicional (acorde con su entorno), al tiempo que mantiene un atractivo serio para la próxima gran novedad. Está perfectamente equipada con electrodomésticos de alta gama; es el sueño de los amantes de la cocina. Abierta a los salones contiguos, el espacio tiene el diseño ideal para el entretenimiento.
Ofrece un flujo de tráfico fácil para que los invitados deambulen y se mezclen en la cocina, y para que haya varios cocineros trabajando uno al lado del otro. La isla central es un prototipo hecho a mano y diseñado por DUX, inspirado en el estilo AGA de los años 20.
En el jardín aterrazado se ha construido una piscina de baldosas negras climatizada con música submarina. Hay espacio para gozar de las vistas desde la cocina al aire libre, o bien en la mesa de comedor, también al aire libre, bajo un bosque de pinos y olivos.
Esta maravillosa villa no solo es el hogar de los arquitectos, sino que también está abierta para que familias o grupos de amigos puedan disfru- tar de sus amenidades cuando recorran el Mediterráneo.
Interiorismo DUX
Por Alfredo Marchant
Fotos cortesía Mansion DUX