Tatiana Bilbao se graduó con mención honorífica de la carrera de arquitectura en la Universidad Iberoamericana después de haber cursado unos semestres de diseño industrial en México y en Italia. Proviene de una numerosa familia en la que su abuelo, tíos y varios primos son arquitectos por lo que el cambio de carrera le fue muy natural, pues como le dijeron sus papás -lo traías en la sangre-.
Al salir de la universidad ingresó a la Secretaría de Desarrollo y Vivienda del Gobierno, trabajo que considera equivalente a haber estudiado una maestría por todo lo que ahí aprendió, pero lo que ella buscaba era crear espacios, no administrarlos por lo que se asoció con un par de compañeros de la universidad y crearon un despacho en el que permaneció cinco años. Fundó Laboratorio de la Ciudad de México, LCM, con la finalidad de promover la cultura contemporánea. México empezaba a ser un país global, pero faltaba comunicación entre las distintas disciplinas y Tatiana procuró el diálogo a través del intercambio cultural para lo cual organizó distintas exposiciones y publicaciones.
“En una ocasión invitamos a Jacques Herzog, uno de los socios del afamado despacho Herzog & de Meuron a dar una conferencia en Bellas Artes. -En ese momento todavía no tenían el Pritzker, pero ya habían ganado el concurso para hacer la Tate Gallery-. La empatía fue inmediata y surgió una gran amistad que nos ha convertido casi en familia”, comenta Tatiana Bilbao. Jacques quería que su legado fuera el desarrollo de una plataforma para impulsar a los jóvenes y como ya conocía la obra y la capacidad de Tatiana, la invitó junto a otros once arquitectos a participar en la construcción de un parque en China. Posteriormente convocó a cien arquitectos para hacer un proyecto residencial con Ai Wei Wei en Ordos. No se construyeron esas casas, pero se creó una red internacional de trabajo y de amistad muy importante que permanece hasta hoy.
Tatiana siempre ha tenido una inquietud social que pudo concretar en un proyecto de Herzog & de Meuron -La Confluence- en Lyon, Francia, en donde desarrolló dos edificios de vivienda social y uno de venta libre, cuya intención es lograr una integración a través de la convivencia en los espacios públicos que comparten.
“Siempre nos hemos interesado en cómo dar más a la gente que no puede tener más”, y fue así que concibió un prototipo de vivienda social de menos de ocho mil dólares que exhibió en la Bienal de Chicago en 2015 y, por otro lado, para ayudar a los afectados por el terremoto del 2017 fundó conun grupo de arquitectos ReconstruirMx, proponiendo nuevas soluciones en la forma de construir en una población en San Simón el Alto, en Malinalco.
Un momento clave en su carrera fue cuando idearon una casa utópica para el artista Gabriel Orozco a quien no conocían personalmente. Ya era renombrado en Europa, pero no en México. “Como digo, fue utópica y nunca se hizo, pero tiempo después llegó con su proyecto y me pidió que le ayudara a construir en Puerto Escondido la casa que él diseñó”. Así empezó a trabajar con varios artistas y galeristas del medio.
Otra de sus obras es el Jardín Botánico de Culiacán, proyecto en el que han tenido oportunidad de seguir trabajando a través de los años. “Para la arquitectura lo mejor es el tiempo y la posibilidad de seguir trabajando durante mucho tiempo en el mismo lugar, eso te da una nueva perspectiva”. Se trata de un jardín que ofrece una visita cultural muy rica con pequeños pabellones que generan esta dinámica.
“Me encanta el arte. Disfruto mucho observar algo que hizo otra persona y que me pueda reflejar tantas cosas en un elemento estéticamente apreciable, pero la arquitectura tiene una función física más allá de la metafórica que tiene el arte, debe generar un refugio y ahí reside la diferencia, pero desde luego, trabajar con artistas te permite tener una visión desde otro ángulo, otra manera de pensar que te genera búsquedas e inquietudes”.
La obra de Tatiana puede observarse desde distintas perspectivas y ha abarcado todas las áreas del diseño arquitectónico; desde la urbana, la propuesta espacial, la social y la política, además de ofrecer una nueva lectura de la realidad a través de su arquitectura. Cree en concebir proyectos que cambien el desarrollo de las naciones porque la arquitectura tiene que ser responsable y sostenible y debe además respetar su entorno.
“La arquitectura no es arquitectura hasta que no se construye y parte de nuestra labor es generar un diálogo entre nosotros y la gente para la que está destinado el proyecto. Hemos desarrollado herramientas para entretejer nuestro imaginario y las necesidades del otro estableciendo una comunicación que nos enriquece mucho”.
“Yo no creo en el estilo, pero algo muy cierto de mi arquitectura es que provee una forma básica de cuidado porque necesitamos espacios que nos inspiren, -término que para mí es muy profundo-, espacios que te tienen que proteger, nutrir, dar salud, que te ayuden a crecer, a desarrollar tu máximo potencial. Es muy amplio, muy filosófico, pero también puede ser muy físico y directo. Cada espacio tiene su forma de ser, de existir, de necesitar ser. Cada obra es especial y nos acercamos a ella de manera distinta. Una de nuestras tareas más complejas, pero de las más importantes es generar espacios que sean reflejo de nuestro tiempo”, asegura la arquitecta Bilbao.
“Curiosamente, hace cuatro años no teníamos ningún proyecto en México, todos eran fuera, y en cambio actualmente tenemos un edificio de vivienda residencial en Polanco, uno de vivienda integrada con espacios productivos, creativos y comerciales en la San Miguel Chapultepec y otro en la calle de Londres. Tenemos también un nuevo proyecto destinado en un barrio formado principalmente por migrantes en Los Ángeles, Cal. en dieciocho terrenos donde el objetivo es desarrollar infraestructuras que le sirvan al migrante y al barrio. Estamos haciendo un monasterio en Alemania para monjes cistercienses, tres edificios en París y un acuario en Mazatlá”, agrega la arquitecta.
Tatiana Bilbao fundó su estudio homónimo en la Ciudad de México en 2004 y a través de perspectivas multidisciplinarias y junto con sus socios Catia Bilbao Spamer, Juan Pablo Benlliure, Alba Cortés, Mariano Castillo y Soledad Rodríguez y los cincuenta colaboradores de todas partes del mundo que trabajan con ella, promueve un entorno colectivo apoyándose con otros arquitectos, artistas, economistas y gobiernos locales para enriquecer el impacto y el alcance de cada proyecto.
Ha sido invitada como profesora en la Universidad de Harvard, la Asociacion AA en Londres, Columbia, Rice, en Alemania y en Chile. Actualmente Tatiana ocupa un puesto de enseñanza como visitante recurrente en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale.
Tatiana Bilbao
Por Corina Armella de Fernández Castelló
Retrato de Héctor Velasco Facio
Fotos cortesía de Tatiana Bilbao Arquitectos