ERÉDITHA, ETIMOLÓGICAMENTE, ES DEFINIDA como la herencia, lo que se transmite a una sucesión y nos relaciona —de alguna manera— con la universalidad y elimina de nues- tra existencia el paso (y peso) del tiempo. Las memorias y la atemporalidad como las propiedades que dan un valor espe- cial e incalculable a los objetos han sido el punto de partida de la nueva colección Eréditha, diseñada por Sebastián Ángeles para Dórica. “Los productos tienen vida.
Detrás de un diseño hay más de lo que se ve. Cuando admiramos una pieza, no nos cuestionamos cuál es el trabajo o la inspiración que hay detrás. Las piezas están ahí, funcionan, pero también tienen ese cier- to sentimiento. Hay algo que habita dentro de ellas, que no se observa, pero puede sentirse”, explica el creativo.
Sebastián Ángeles, fundador de la firma mexicana de mobi- liario, enfatiza con esta propuesta su sello —reconocido por su estética minimalista— a través de piezas que armonizan lo fun- cional y lo sensorial para fusionarlo con el concepto del legado que representan las piezas de buena factura. Materiales nobles —como madera maciza en estructuras a la vista, textiles natura- les y ejecución artesanal— subrayan el carácter permanente de cada pieza de la colección, compuesta por un loveseat, un sofá y un sillón. “Queremos crear objetos que sean valiosos gracias a su permanencia, ese tipo de objetos que tienen historia o una narrativa, una que nos hace darnos cuenta del paso de los años.
Cuando un objeto tiene historia, su valor ya no es monetario, es algo diferente”, sotienen desde la firma. Una particularidad que refleja el compromiso de Dórica con la sostenibilidad.
En Eréditha, Ángeles experimenta también sobre la defi- nición del clásico del futuro con mobiliario de larga vida con líneas simples y modernas, las cuales aseguran su permanencia a través del paso del tiempo y las generaciones. En sus formas se revela una cadencia orgánica dominada por la sutileza de las curvas que privilegian la ergonomía y el más absoluto confort.
Debajo de sus superficies se resguarda una estructura de madera maciza con acabado bonal, que ha sido trabajado por expertos maestros ebanistas. “Para nosotros, los mejores pro- ductos son los que cargan nuestras historias, los que nos hacen conectar con nuestras familias, las partes que amamos, las que tenemos que cuidar o, incluso, con el paso del tiempo, reparar. Los objetos que nos hacen aferrarnos a ellos porque contienen más que partes; contienen memorias. La colección Eréditha busca acompañar no solo a una persona, sino crear una historia familiar, una que haga que el producto cobre vida y, a través de los años, pase de mano en mano”.
Esta colección se suma a las propuestas de la firma mexicana, fundada en 2016, y busca acompañar al usuario en la cotidianidad de la vida, y ser mudos testigos de su devenir anteponiéndose a la vorágine y la fugacidad de las tendencias.
Por Alfredo Marchant.
Fotos Cortesía de Dórica