Su nombre completo era Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, recordado simplemente como Diego Rivera. Nació el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato y seis años después de que Diego viera la luz, su familia se trasladó a la Ciudad de México.
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Desde pequeño, Rivera mostraba habilidad y una fuerte inclinación por el dibujo. Debido a esto, comenzó a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos en 1896. En este recinto conoció a uno de los pintores mexicanos más célebres: José María Velasco y se convirtió en su alumno.
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Tiempo después, en 1907, Rivera recibió una beca del entonces gobernador de Veracruz que le permitió viajar al extranjero.
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Diego llegó a España y se dedicó a estudiar obras como las de Goya y El Greco. Estando en ese país, ingresó al taller de Eduardo Chicharro en Madrid. Desde ese momento y hasta 1916, Diego alternó su estancia entre varios países como Francia, México y España. Cuando regresó a México, junto con Siqueiros y Orozco, se dedicó a estudiar las formas “primitivas” del arte mexica y maya.
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Este hecho influiría profundamente en su obra posterior pues Rivera emplearía figuras y trazos gruesos semejantes a los de la época prehispánica. Tiempo después, junto con otros pintores, Rivera fundó el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores que daría vida a la etapa más importante del movimiento muralista mexicano.
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De 1923 a 1926 realizó los murales al fresco de la Secretaría de Educación en la Ciudad de México, en donde el protagonista es el pueblo mexicano, desde su punto de vista.
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En 1927 pintó ‘La tierra fecunda’ para la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, donde representa el desarrollo biológico del hombre y su conquista de la naturaleza, también hizo murales en el Palacio de Cortés, en Cuernavaca (1930) y en la Secretaría de Salubridad.
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En la Casa- Museo Anahuacalli, están conservadas sus colecciones de arte precolombino y su casa de la Ciudad de México, fue convertida en el Museo Estudio Diego Rivera, en donde están sus obras, dibujos y su colección de arte popular.
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Finalmente, Diego Rivera siempre demandaba libertad en sus obras, y por ello en la realización de los murales del Palacio Nacional exigió poder plasmar su visión particular y ligada a su ideología política sin ataduras, es por ello que su arte es incomparable y siempre recordada.
Por Fernanda Gordillo Estrada