Artista de tiempo completo

Conocer a Pichardo es descubrir el alma intensa de un artista que escarba recuerdos de su niñez para inspirar su obra.
Enrique Pichardo es un tipo sencillo, divertido, muy creativo y sabio comunicador, aunque de pocas palabras. Odia los tumultos pero ama el bullicio de sus hijos jugando y la música sonando mientras trabaja; le huye a los convencionalismos pero ha aprendido a sortear el éxito que, por fin, después de años, ha conseguido. Y aunque aún no se considera un grande de las artes, su labor como artista es muy franca y cumple su cometido de mejorar la vida real con piezas coloridas, llenas de vida y movimiento, que atrapan de inmediato y seducen los sentidos.

“Con pintores del tamaño de Toledo casi es un poder divino ser oaxaqueño”. Enrique Pichardo.

“Un verdadero artista, llámese pintor, músico o escritor, se diferencia de otro porque es un creador de mundos. Puede haber algún cantante que interprete muy bien y sea un prodigio, pero quizás hay otro cuyo mensaje logra conectar con el público y lo lleva a través de su arte a un universo propio, ni feo ni bonito, sino diferente. El artista debe ser un comunicador y sobresalir por lo que dice con su obra, por conmover, por invitar a otros a entrar en su alma y conocer su mundo”.

¿Entonces la labor de un artista es mejorar la vida real?
“Quizás crear otros mundos un poco mejores, más amables, donde sea más fácil vivir y estar, porque el que tenemos está lleno de defectos. Qué tal que el artista nos da un respiro pues de pronto se imagina cosas que no han pasado y a veces va como veinte
pasos adelante que un científico”.

¿Qué mundos crea Pichardo?
“Yo creo que estoy atado a mi mundo infantil, para bien o para mal me costó mucho trabajo madurar, dejar de ser niño; y entonces cuando decidí ser artista mi búsqueda fue reinventar o recuperar ese mundo infantil en el que me la pasaba creando cosas en la soledad de mi cuarto. Quise recuperar esos momentos en los que no me preocupaba nada, en los que la ignorancia de los problemas de adulto me hacia tan poderoso y en los que era libre de estar en el aquí y ahora y de ser yo mismo. Fui el cuarto hijo y aunque amo a mis hermanos, nunca conecté del todo con ellos, así que prefería estar solo y en el encierro encontraba mucha paz, alegría e inspiración para crear”.

¿Dónde encuentras ese instante que te da paz: al pintar, en tu taller, en una exposición
“Exponiendo es casi el lugar donde menos. A mi me gusta mucho el arte pero no me
gusta nada el mundo del arte. Me siento perdido en ese sistema tan complicado de élite
un poco falsa. Pero donde me encuentre el trabajo es donde me siento a gusto y libre; ya
sea bocetando en un camión, en mi taller, en el estudio de un amigo. Y como ya detecté
esa sensación que me hace feliz, procuro tener siempre un buen espacio donde pueda
estar conmigo mismo y quien me visite quiera platicar y conocerme”.

“En lo personal busco tocar mi parte espiritual, más que artista plástico o pintor, descubrir mi verdadero valor como ser humano”, Enrique Pichardo.

¿Cómo ha sido tu desarrollo artístico?
“La primera parte fue muy inocente, como un enamoramiento del color y de las formas, de lo que veía y no necesariamente reproducía el mundo de afuera. Pero cuando llegó el momento crítico de elegir carrera, me equivoqué algunas veces hasta que decidí que lo que soy es un artista plástico y me fui a la escuela. Tristemente ahí en lugar de desarrollarme el don o el talento, me lo detuvieron con demasiadas líneas a seguir y mucha estructura. Me perdí buscando estilos, hasta que me deshice de todo lo técnico y me fijé en artistas que eran muy buenos coloristas, muy expresivos, emocionales y tenían algo de niño o muy primitivo. Artistas como Picasso, Paul Klee, Miró, Alexander Calder, los expresionistas abstractos, las tribus africanas, el arte prehispánico; y lo vi mucho tan potente, fuerte, poderoso y humano, que descubrí que el arte es un súper poder para adquirir sabiduría, mantener la salud mental e inventar cosas. Es una aliado que debes tener al lado de ti todo el tiempo”.


Los artistas evolucionan y pasan por etapas, ¿en cuál te encuentras?
“Hoy estoy en la mejor época de mi vida. Me costó mucho trabajo llamar la atención lo suficiente como para poder dedicarme a esto y generar ingresos, pero hoy mi verdadero éxito es tener tiempo para trabajar. No soy famoso ni me interesa serlo, pero ahorita tengo el impacto para vivir de esto y adquiero la libertad que nunca tuve. Ya puedo dedicarle el tiempo que quiero a atender lo que me interesa que es mi libertad, mi espiritualidad, el trascender y el dejar testimonio de lo que fui, pensé o sentí”.

¿La vida de los artistas es siempre tormentosa?
“Pues todos pasamos por altas y muy bajas, por dramas brutales, pero el arte es siempre ese salvavidas que te saca adelante. La vida de Pichardo no es nada tormentosa, ese cliché nos ha hecho mucho mal porque nos obligaba a sentir que teníamos que sufrir, ser pobres, vivir en un cuarto oscuro, tener una esposa enferma; y todavía hay algunos artistas que ven como un pecado el que vendas o no te auto lastimes. Yo por el contrario, me la paso muy bien, mi obra es un canto a la vida o como un domingo en la mañana. No es un lamento y de hecho pienso que es mucho más feliz de lo que soy yo mismo”.

¿Tu estudio está siempre abierto?
“Sí porque necesito que en donde trabajo haya vida. Soy solitario pero me encanta que haya ruido, que estén mis papás, mis hijos, mis amigos, que haya música; y es lo que pasa en este Coworking de creativos en el que mi hermano nos invitó a mi y a mis amigos a formar una tribu de artistas. Hay mucha motivación, retroalimentación y crecimiento para todos. Es padrísimo ver desde que se abre el elevador que siempre hay alguien pintando en su propio estilo, esculpiendo o tomando fotos. Es un lugar donde nacen muchas obras importantes”.

Sabemos que adoras las redes sociales, ¿suplen la labor de un dealer?
“No lo creo pero ayudan mucho. El otro día pensaba en el porqué puedo vivir de esto y me di cuenta de que hay toda una maquinaria de personas trabajando para mi y algunos sin cobrar nada como mi esposa. Gente que me ayuda a exportar, quien hace los lienzos, el que enmarca, galeristas y por supuesto redes sociales que conectan con quienes me compran. En estos últimos tres años me han comprado en Italia, Portugal, España, Suiza, Francia, Japón, China, Argentina, Colombia, en Estados Unidos y en México. Y de hecho me han ayudado a conectarme con pintores vivos muy inspiradores, pues antes solo conocía a los artistas muertos que me habían enseñado en la escuela.

Por Norma Rodríguez Olivares.
Fotografías José Margaleff.