Es la fiesta más significativa del año principalmente en los países del este de Asia. Como su nombre lo indica, se basa en la gran tradición de contabilizar los meses de acuerdo con el ciclo lunar y no como en Occidente, en relación a la translación del sol. De acuerdo con inscripciones descubiertas, la celebraciones más antiguas del año nuevo lunar se remontan en China a la dinastía Shang, de hace casi 4,000 años.
Cada mes lunar corresponde a 29.5 días solares, es decir 13 recorridos alrededor de la Tierra. Este calendario fue mayormente utilizado por el hombre desde Egipto hasta China y se encuentra en estrecha referencia al ciclo de las mareas y al de la mujer. En China, la celebración del año nuevo lunar provoca el mayor movimiento migratorio del planeta, conocido como “migración de primavera”, con decenas de millones de personas trasladándose a sus lugares de origen para celebrarlo con sus familias. En su origen, funcionaba como guía religiosa, dinástica y social, y el gigante asiático celebrará este mes su año 4718. La fecha seleccionada y siempre móvil es la equidistante entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera. Este 2021, se celebrará el día 12 de febrero y dará inicio al Año del Búfalo.
El origen del Año Nuevo comenzó míticamente con la lucha contra una bestia mitológica llamada “Año”. Esta bestia tenía forma de buey con cabeza de león y habitaba en el mar. La noche de Año Nuevo, salía del agua para hacer daño a las personas y animales y destruir las casas. Como se descubrió que esta criatura tenía miedo del color rojo, del fuego y los estruendos, la gente comenzó a llevar a cabo tradiciones para espantarla. Así, se empezaron a colgar en las casas poemas escritos en lienzos rojos (“Dui Lian”, en chino), a encender fuegos artificiales y a colgar lámparas, todas de color rojo.
La preparación previa a esta celebración tomaba tiempo y gran dedicación, ya que por lo general se viajaba con los alimentos para compartir durante el festejo. Para ello, usaban portaviandas, unas verdaderas obras de arte e ingeniería, pues tenían en el centro del asa un orificio cuadrado donde se colocaba el palo de transporte; al insertarse, actuaba como candado haciendo que las secciones no se movieran. Los portaviandas también eran el regalo tradicional por excelencia de boda, en el que la novia llevaba su dote cuando se mudaba a la casa de la familia de su nuevo esposo. Te esperamos en cualquiera de nuestras bodegas para que conozcas estos majestuosos objetos de diversos tamaños y formas que forman parte de nuestra colección.
Fotos cortesía de NAMUH
Texto por Cecilio Garza