En su obra podemos encontrar personajes increíbles, caras que lloran y se divierten, personajes eróticos que se van plasmando sobre recortes viejos que ayudan al maestro al enfrentarse con el lienzo en blanco. Sí, porque el lienzo en blanco le impone respeto, pero una vez que comienza a llenar de recortes el bastidor comienza el trabajo emocional, que es intenso y divertido.
Gerardo trabaja en su estudio, acompañado de una decena de simpáticos pugs y una perrita bulldog. Se abstrae del mundo en su maravilloso espacio con muros de piedra y una mesa con más de mil tubos de óleos y botes de pintura acrílica, además de un par de caballetes y algunos bancos viejos. Al fondo del estudio se aprecia un increíble tórculo en donde prensa sus grabados, técnica que aprendió en Europa y que le gusta mucho.
A las faldas del volcán Popocatépetl está su mundo, en donde creció y en donde se encuentra su galería, la cual tiene una de las colecciones más completas de arte contemporáneo mexicano: piezas de Sebastián, Vicente Rojo, Colunga, Soriano, Alejandro Santiago, Luca Bray, Sergio Hernández, Carmen Parra, Toledo y más artistas extraordinarios. A todos los conoció y con muchos estudió; por ello, le costó trabajo hallar su camino, su estilo, sus motivos y lograr su estética.
“Estuve en contacto con muchos grandes artistas, entonces quería pintar como uno, o como otro y no me encontraba, fue hace unos siete u ocho años que encontré mi camino y que empecé a ser original y único en mi trabajo”, nos cuenta Gerardo Chapital mientras nos muestra sus últimos cuadros, uno de ellos titulado Nueva York, que hace referencia a la gran manzana con unos guiños a personajes muy “Basquiat”. Uno se puede perder en esta pieza contemplando los pequeños detalles.
“Es increíble cómo uno va conocien- do cada rama, y cada vez va surgiendo más eso que llevas dentro, cuando el arte fluye, cuando el arte se deja ir y no tiene rumbo. Cuando una pieza está frente a ti y te dice: ‘Crea algo, hazme vivir, hazme sentir’, es entonces cuando pienso que es arte”.
Gerardo Chapital ha pintado desde siempre, aunque de manera profesional lo hace desde hace 20 años, y quizá sus mejores piezas se encuentran en la última década. No es un artista de galería, no va con las tendencias, su talento es nato y lo va perfeccionando con la investigación y sus estudios formales como artista. “París fue el comienzo de mi carrera profesional, al entrar a la Escuela de Artes Plásticas de París, L ́École d ́Arts Plastiques, empecé a tener oportunidad de entrar a la Escuela de Louvre y estudiar las diferentes culturas: egipcia, griega y, después conocer toda la gama de obra francesa maravillosa, además de ingresar al Museo de Versailles a conocer el impresionismo. Fue algo que cada día veía, disfrutaba, aprendía y me gustaba mucho. Regresé a México en pañales, no lograba nada, así que regresé a Europa y, estando ahí, recibí la llamada de un gran amigo artista que me dice: ‘Gerardo, debes estudiar arte gráfico, grabación, fotografía’.
Y entonces llegué a Florencia, en donde toque la puerta y la señora María Guaita (descanse en paz), me dio la oportunidad de conocer la escuela, me dijo: ‘Conoce la escuela y si te gusta, adelante’. Era algo nuevo para mí y fui conociendo diferentes técnicas con dos grandes maestros que aprecio mucho. ‘El Bisonte’ fue una de mis más grandes experiencias. Regresé a México nuevamente, con el entusiasmo de trabajar, de pintar, de hacer lo que siempre me ha gustado, pero me encontré con dificultades, porque estaba en un proceso abstracto, luego figurativo, pero yo me decía, ‘me falta más’, así que opte por ir a Sudamérica.
Llegué a Argentina, cursé la Academia, tomé el curso desnudo; después viajé a Chile, donde mostré mi trabajo, y de ahí pasé a Bolivia. Al final llegué a Perú, donde me llené de energía para luego regresar a México. Empecé a pintar todo en negro y gris, negro y gris, y me dije ‘No’, entonces, cerré un ciclo abstracto, dejé de pintar.
Comencé a escribir y a leer, y eso me gusta mucho; empecé a buscar una técnica que fuera parte de mí, de mi trabajo, y fue entonces cuando observé un día una enciclopedia, toqué el papel y pensé, ‘todo esto me gusta, por qué no jugar con ello y hacer algo que me llame’. Después empecé a probar diferentes papeles con desechos de los trabajadores que dejan los muebles, recibos de luz, teléfono, directorios, revistas antiguas de la familia. En fin, así comenzó esta etapa de mi arte”, nos cuenta Chapital. “Todo ha sido un proceso de evolución y de encuentro. Para mí, las caras son el reflejo de nosotros; de hecho, en una ocasión el maestro Manuel Felguérez me dijo, ‘Gerardo lo importante de nosotros es mostrar lo que sentimos’”.
“EL ARTE SIEMPRE VA A EXISTIR; el arte puede estar en el aire, puede estar en tu corazón, en donde sea, lo importante es valorar y apreciarlo”. – Gerardo Chapital
Por David Solís.
Fotos Héctor Velasco Facio