La dupla de WORRELL y YEUNG ha fusionado los detalles históricos de este espacio de Manhattan con la vibrante colección de arte y curiosidades de los propietarios honrando lo excéntrico.
Después de 14 Años, Irene Glezos Y Julie Chartoff habían llegado al tope en su pequeño departamento con poca luz en la histórica Gilsey House. Construido en 1867 como un hotel de estilo Beaux Arts, el edificio había conservado gran parte de su encanto original cuando se convirtió en un espacio cooperativo en el barrio NoMad de Manhattan en 1980. Sin embargo, una vez que Irene y Julie comenzaron a buscar un nuevo hogar, para resolver su creciente necesidad de espacio adicional, privacidad y almace- namiento, rápidamente descubrieron que nada en el mercado coincidía con los detalles de la época y los recuerdos importan- tes de su espacio actual: el hogar donde habían criado a su primer hijo, Max, quien falleció debido a un tumor cerebral poco común.
En lugar de mudarse a otro lugar, la pareja recurrió al estudio de arquitectura local Worrell Yeung para transformar su loft de 140 metros cuadrados en una casa abierta y llena de luz con un dormito- rio y un baño adicionales. Para encajar el programa ampliado dentro de la planta existente, los arquitectos idearon un diseño altamente eficiente. Los cofundadores de Worrell Yeung, Max Worrell y Jejon Yeung, primero removieron las paredes existentes para resaltar las ventanas históricas, las molduras de yeso originales y la estructura de acero.
Luego, esta intervención permitió que el departamento se organizara como un gran espacio abierto en el que se insertaron varios bloques programáticos, creando un equilibrio sutil entre las áreas de reunión compartidas y las habitaciones divididas. “Exponer los rociadores y la estructura de acero agrega riqueza al desván, permitiendo que las formas reductoras de los elementos de almacenamiento sean mínimas”, cuenta Worrel.
Estos elementos programáticos (un vestíbulo, una chimenea, una cocina y dos escaleras para estanterías) se diseñaron pensando en albergar las áreas de servicio y el almacenamiento. Dentro del nuevo segundo dormitorio, una audaz escalera de color turquesa que conduce al desván sirve como biblioteca y plataforma de juegos. En la sala de estar, un empotrado bajo integra una chimenea, una estantería y un escritorio con un amplio espacio para exhibir arte.
Además de satisfacer las necesidades de la familia, la renovación ha creado una vivienda que se siente claramente personal: una que todavía está llena de recuerdos importantes, pero que también incorpora sus transiciones y su crecimiento como familia. Una paleta de materiales neutros, como la madera de fresno, pisos de color hueso, piezas grises monolíticas y mármol y piedra resultan calmantes y elevan la amplia variedad de arte, objetos y libros de Irene y Julie, una colección que refleja sus intereses compartidos en la historia del arte, los juguetes antiguos y el cine.
“Ha ampliado nuestras vidas, es una renovación que ha amplia- do la forma en que vivimos”, dicen las propietarias. “Siempre nos ha gustado recibir visitas, pero es muy diferente ahora que tenemos un hermoso lugar para hacerlo”.
Foto Alan Tansey
Por Alfredo Marchant