Casa Malandra proviene de los sueños de un afamado cineasta que encontró el verdadero paraíso en la atónita zona de Punta Pájaros en Puerto Escondido, Oaxaca. Situado en un terreno de 300 metros cuadrados, este proyecto permite la contemplación de la belleza natural desde cualquier ángulo.
El arquitecto venezolano Alberto Calleja dio vida al proyecto ganador de La Bienal de Oaxaca. El trabajo del arquitecto se distingue por el respeto que tiene por el entorno en el cual crea construcciones; para esta casa se utilizaron materiales endémicos de la zona, además de que se incluyo mano de obra local. La casa cuenta con una ubicación privilegiada dentro de una extensa zona costera adentrada en una playa virgen rodeada de vasta vegetación que adentra a los moradores a un espacio idílico.
El propósito de la arquitectura en esta residencia es proveer de paz, regocijo y descanso, además de enmarcar un estilo de vida de lujo descalzo, característico del pacífico mexicano. El interiorismo juega un papel primordial en la armonía y estética universal de la residencia, donde no hay mobiliario que sobresalga o demerite el principal atractivo y misión de la estancia, la total apreciación de la naturaleza y el deslumbrante paisaje que la rodea.
Muebles con líneas simples que se fusionan con los colores y texturas procedentes del escenario exterior. La ubicación es una fantasía, con el mar de un lado y montaña del otro, una auténtica vivencia con esencia Oaxaqueña.
Las áreas comunes son espacios óptimamente aprovechados para el disfrute de la vida al aire libre y para una total desconexión con el ajetreado ir y venir de las grandes ciudades. Al alojarse en Casa Malandra los huéspedes reciben en todo momento atención personalizada con los más altos estándares de calidad y servicio , el servicio de chef en casa cautiva a los visitantes, así también como la experiencia per se de disfrutar y apreciar el entorno desde la comodidad y magnificencia de la alberca, las increíbles terrazas y una hermosa palapa que es el entronque visual y funcional de las áreas sociales con las privadas, por mencionar algunos, que forman parte del atractivo de vivir la experiencia.
El proyecto fue concebido en tres módulos que ofrecen privacidad a cada espacio y que se conectan a través de increíbles puentes de madera que sirven, siempre respetando la individualidad de cada ambiente. El aspecto de la fachada esta formada por dos volúmenes desfasados entre sí, y donde ambas figuras se ensamblan a la perfección a partir de la estructura de muros de concreto y madera conectados entre sí por una pérgola que permite la sutil entrada de luz proveniente del patio. La experiencia de despertar inmersa en la vegetación es invaluable y de ahí el que dentro del ambiente de la casa a los dormitorios se les denomine espacios mágicos.
Dentro del plan maestro, fue primordial contemplar y trabajar con el propósito de minimizar el impacto generado por la obra, un acierto audaz del Taller de arquitectura fue proteger toda la vegetación en un vivero temporal para posteriormente trasplantarse a los techos en cada módulo, siendo así una hábil manera de mantenerlos en su hábitat y conservar en el horizonte la belleza inimitable que ofrece al lugar.
El proyecto arquitectónico se definió por dos volúmenes desfasados entre sí que puntualizan la dinámica de la casa, con la vegetación existente como protagonista y agregando un espacio de agua natural que ocasiona un microclima nuevo al lugar. Ambas estructuras unidas por una sola columna vertebral de muros de concreto y fachadas de madera conectadas por una pérgola.
Arquitectura Taller Alberto Calleja
Foto Onnis Luque
Por Leonor Torres